[Puntuación 5/5]
Advierto antes de que empecéis a leer esta reseña: me ha encantado. Sé que parece tontería que lo diga pero es para que nadie me eche en cara la falta de imparcialidad que voy a tener a continuación… aunque bueno, el hecho de comentar un libro ya implica posicionarse al respecto, ¿no? En fin, a lo que iba:
It’s Kind of a Funny Story nos presenta a Craig un adolescente de 15 años que ha pasado el último curso del colegio estudiando muy duro para entrar a una de las mejores escuelas de la zona (si mal no entendí, porque yo con el sistema de educación de Estados Unidos no me aclaro, es como si entrase al instituto). Finalmente, lo ha conseguido, sacando unas notas que quitan el hipo a cualquiera. Además, su mejor amigo y la novia de éste, también han pasado las pruebas de acceso y van a la misma clase. La vida no podría irle mejor al protagonista. Sin embargo, en cuanto comienzan las clases, Craig empieza a suspender o sacar notas muy bajas, a no poder hacer los trabajos, deja de dormir, deja de comer, vomita casi siempre… finalmente es diagnosticado con depresión y es puesto bajo tratamiento médico. Sin embargo, cuando nota que mejora, cesa su medicación sin decírselo a nadie. Así, cada vez va cayendo más profundamente en la espiral de su enfermedad hasta que un día se encuentra pensando en suicidarse y llamando a la línea telefónica habilitada con el fin de ayudar a todos aquellos que se encuentren en esa situación. Es entonces cuando se ingresa por voluntad propia en el ala psiquiátrica del hospital más cercano a su casa, donde pasará cinco días y conocerá a personas bastante peculiares que le harán ver el mundo desde un punto de vista muy distinto al que él solía tener.
El padre del libro: Ned Vizzini. |
Dicho esto, creo que es justo que alabe la sinceridad y la brillantez con la Ned Vizzini aborda un problema tan común y a la vez tan poco entendido como es la depresión en adolescentes. Claro, que no se de qué me extraño, el propio autor estuvo ingresado en un hospital psiquiátrico durante cinco días cuando era más joven. De ahí, supongo, es de donde saca esa forma de contar la historia, como si supiera exactamente lo que se siente. Los personajes –especialmente el de Craig- no han sido creados de manera artificial, tratando que encajen en un determinado arquetipo, sino que son personas normales y corrientes, complejas, seres humanos que se han perdido en el largo viaje de la vida.
Además, la forma de escribir está perfectamente adaptada a la edad del protagonista, que es el que narra la historia e, igual que hicieron J.D. Salinger en El guardián entre el centeno o Stephen Chbosky en The perks of being a wallflower, al tomar el libro y sumergirnos en él, nos encontramos con un verdadero adolescente y no un hombre mayor haciéndose pasar por una persona de quince años. La evolución del personaje es maravillosa, y a pesar de ocurrir todo en un lapso de tiempo muy breve, su desarrollo es del todo coherente y uniforme.
En lo referente al nivel de inglés, el vocabulario usado era un poco coloquial la mayoría del tiempo, pero es lo que cabe esperar. Por lo demás, es bastante asequible y no usa construcciones gramaticales excesivamente complicadas. Una persona que tenga un nivel medio-alto podría leer la novela y comprenderla sin demasiados problemas.
En definitiva, y a modo de resumen de esta reseña llena de momentos de hiperventilación, causado por la emoción, It’s Kind of a Funny Story es un libro estupendo, dirigido principalmente a adolescentes y gente joven (pero vamos, que tampoco esto tampoco sea un impedimento a la hora de leerlo), que trata un problema tan grave como es la depresión de una manera entretenida y llevadera. Es del tipo de novela que, al terminarla, te deja una sonrisa en la cara que tardas unas cuantas horas en controlar. No entiendo por qué no está traducida al castellano, la verdad.
¡Por cierto! Por si a alguien le interesa, hay película del libro. No la he visto, pero por el trailer parece estar muy bien. Su título en inglés es el mismo… en castellano no sé si llegó a ser doblada.